Hasta pronto Gilberto Morales
Por Nelton Rivera
Eran las 10 de la noche del jueves 17 de noviembre, en la ciudad de Guatemala, cuando llegó la noticia. En este trabajo uno se acostumbra a manejar las 24 horas del día noticias difíciles, terribles, de esas que hacen que la sangre se encienda de la indignación y la rabia, pero la noticia del fallecimiento de Gilberto Morales Trujillo fue devastadora. Tomo tan solo un segundo leerla.
Gil, como algunas personas solíamos llamarlo, falleció ese jueves por la noche, había tenido, desde semanas atrás, una complicación en su salud, luego de una caída, además de haberse realizado varias intervenciones médicas durante la pandemia. Esta vez su cuerpo no lo soportó, a sus 76 años de edad.
Nació dos años después del triunfo la Revolución de octubre de 1944. Desde ese momento, en adelante, presenció siete décadas de la historia reciente de este país, de las cuales no fue un sujeto pasivo. Con sus esfuerzos participó en gran parte de esa historia, buscando transformarla de tajo, una historia que nos abarca a todos en este país.
Para él la espera terminó y como se autodefinía “Contemporáneo de la perra Layka, la primera astronauta. En 1962 le tocó seguir por radio los acontecimientos de la crisis de los cohetes en Cuba y en 1973 ver desde un cuarto piso el bombardeo del Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile. En 1989 se enteró en una montaña guatemalteca de la caída del muro de Berlín. Ahora todavía vivo y a la espera…”.
Su hermana Hilda estuvo a su lado. Junto a su “bro” como él la nombraba. Se despidió de él con la frase “…Vivió una vida con sus ideales sin renunciar a ellos”.
Desde el viernes y rodeado por familiares, amigos, compañeros y compañeras. Se le dijo hasta pronto en el cementerio como su última morada, a unos 20 kilómetros de la zona 1 y del centro histórico, en dónde se le veía caminar de su casa a algún encuentro, al café o la Casa Cervantes y en este lugar en la Casa del libro.
Unos años antes coincidimos en un proyecto mucho más grande, que tiene que ver con la historia del movimiento revolucionario guatemalteco y acortando los años con otro proyecto más personal, recuperando la memoria del pueblo Ch’orti’. Gilberto partía de la hipótesis de que las primeras masacres perpetradas por el ejército, con el inicio de las operaciones de la contrainsurgencia, fueron en territorio Ch’orti’, en la que nos implicamos José, Laura, Quimy y yo.
Lo más reciente de sus textos fueron en Prensa Comunitaria que, se despide de unos de sus escritores, de un proyecto en el que seguía debatiendo y aportando por la memoria histórica.
Rolando Orantes…
Lo conocí en Las Cien Puertas hace unos veinte años. Se me acercó y me dijo: “Dejame darte un abrazo, cabrón”. No hizo falta presentación, ni que me preguntara nada. Era uno de los sobrevivientes de la Dirección Nacional del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC), a la que pertenecía mi papá, y fue una de las personas que estuvo con él poco antes de su muerte.
En cierta forma ya lo conocía, pues desde niño mi mamá me habló con admiración y cariño de Juan José, con quien se conocían desde los tiempos de la Facultad de Derecho, en los años 60. También, me contaba mi mamá, fui testigo de su reencuentro casual, caminando por la Avenida Insurgentes, cerca del ex Convento del Carmen, en San Ángel, en los años 80, en el exilio mexicano.
En el 2004 me consiguió un fugaz trabajo en el Grupo de Apoyo Mutuo, donde él trabajaba. El día que llegué me entregó un documento elaborado por él sobre inteligencia, y en el que se basa buena parte del tomo 2 del REMHI. Aún lo conservo. Durante los años siguientes nos seguimos encontrando, generalmente en el mismo lugar, Las Cien Puertas. Él siempre con una Montecarlo. Yo a veces demasiado borracho, demasiado altanero a mis 23–24 años, por lo que no faltaron las discusiones cercanas al pleito.
Hace diez años, durante varios encuentros, me habló largamente de su vida. Tal vez llegó el momento de hacer algo con eso, que hasta ahora mantuve guardado. Hace un par de años me molesté bastante por algo sobre mi mamá que le dijo a un mexicano que decidió adoptar como forma de vida el “contar” la historia del PGT-PC desde “la academia”, y que luego repitió en uno de sus artículos. Pero tenía pendiente retomar el contacto. Esperaba que en algún momento nos reencontráramos y me contara otras facetas de su vida, tan intensa e interesante. Hoy me enteré que Juan José falleció. Hasta siempre Gilberto.
Fragmento tomado de su Facebook.
Por Fabian Campos…
Hace unas horas falleció Gilberto Morales, militante revolucionario. Esas palabras simples describen el hecho concreto, pero jamás harán justicia. Algo con lo que Gil, ese historiador del tiempo presente guatemalteco, estaría de acuerdo, para inmediatamente empezar a discutirlo.
Tuve la fortuna de conocer a Gil hace más de una década. Lo conocí rebelde, bebedor, decidor, golpeado, pero nunca derrotado. A través de incontables horas, que se diluían más rápido que el transcurso del reloj, Gil me llevó por sus recuerdos, sus lecturas y sus ácidas reflexiones sobre la guerra civil guatemalteca. Fue, en muchos sentidos, mi Caronte por Guatemala y su historia.
Lea el texto completo aquí:
https://www.prensacomunitaria.org/2022/11/hasta-pronto-caronte-requiem-por-gilberto-morales/