El coronavirus no entiende de ideologías pero el gobierno de Guatemala si…
Por Iskra Soto Orantes
He leído en publicaciones recientes afirmaciones como que “el COVID-19 no entiende de ideologías”, por supuesto que el virus no entiende de ideologías ni de clases sociales. Sin embargo el Gobierno de Guatemala si funciona bajo claros lineamientos ideológicos. El Gobierno es quién debe dirigir la política del país y quien tiene la obligación de garantizar los derechos humanos de la población priorizando a las personas más vulnerables. En este sentido cabría preguntarse ¿En el marco de la crisis generada por el virus COVID-19 el gobierno está priorizando la protección de las vidas de las personas o los intereses económicos de las élites?.
El desacierto del gobierno de mantener la actividad económica frente al riesgo de contagio en Guatemala con medidas de confinamiento insuficientes y la ausencia de una política estratégica de comunicación pedagógica, sustentada en información veraz, han tenido como resultado una cierta relajación ante una pandemia en expansión, cuando el primer objetivo debería ser una mayor concientización de la ciudadanía sobre el factor de riesgo tanto individual como colectivo. Esto refleja el nivel de irresponsabilidad del gobierno, más allá de su incapacidad para hacer frente a esta crisis y proteger la vida de los guatemaltecos y guatemaltecas. Es inadmisible trasladar la responsabilidad a la ciudadanía.
A lo largo de estas semanas, la emergencia sanitaria global ha llevado a que se modifiquen reglas que hasta ahora parecían inamovibles en un mundo globalizado como la paralización de todos los sectores económicos, excepto los servicios esenciales, la moratoria en el pago de los suministros básicos, alquileres, créditos hipotecarios, entre otras medidas, para personas y empresas que se vean afectadas por la crisis del COVID19. Mientras tanto, el Gobierno de Guatemala camina en sentido contrario y el proyecto neoliberal crece como un niño consentido. Lejos de crear un mínimo “escudo social”, el Gobierno se preocupa por la exoneración de tasas de intereses a los bancos, la promoción de iniciativas de ley que permitan a las empresas no pagar impuestos durante cien años, la aprobación descontrolada de préstamos de endeudamiento público en el Congreso de la República y la posibilidad de que los comercios y las empresas empiecen a funcionar pronto para evitar una debacle económica, son algunos de los síntomas de la ideología que gobierna nuestro país.
Otros ejemplos de estos síntomas ideológicos son las recientes donaciones del sector empresarial al gobierno para paliar la crisis. Salir con los grandes cheques haciéndose la foto no brindan soluciones determinantes ante una expansión de la epidemia a nivel nacional que parece inminente y, por supuesto, no traerán soluciones sostenibles a los problemas de desigualdad, empobrecimiento y subdesarrollo que afectan al país. Si el planteamiento del gobierno fuera, en este caso, pensar simultáneamente en la emergencia sanitaria y en la recuperación económica, sería imperativo pensar en la reforma fiscal para que las grandes empresas contribuyan al erario público. Un sistema fiscal progresivo, además de ser un elemento central de construcción democrática, es fundamental para aumentar el gasto público y sufragar un sistema de salud pública universal, un sistema público de seguridad social, fortalecer el empleo y los derechos laborales de la clase trabajadora.
Guatemala todavía no ha sido azotada por la pandemia de la manera que ocurre en países de otras latitudes del planeta. El gobierno tiene la obligación de prever y adelantarse a los acontecimientos para prevenir una catástrofe nacional y actuar de forma urgente en torno a encontrar soluciones ante el reto sanitario y humanitario que se nos viene encima.
Consecuentemente, las medidas que está tomando el gobierno son insuficientes y peligrosas. Es decir, ponen en riesgo la vida de la población guatemalteca en su conjunto. El toque de queda entre las 16:00 horas y las 4:00 de la mañana es absurdo, mientras el resto del día la gente se desplaza con cierta normalidad en el tráfico o en sus colonias, barrios y comercios sin tomar las medidas de seguridad necesarias. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las experiencias que se viven en otros países, basadas en conocimientos científicos, son muy claras y nos muestran que las medidas más eficaces para evitar los contagios son el régimen de confinamiento obligatorio y las restricciones de movimiento. El uso de mascarillas solo es útil si está acompañado de otras medidas preventivas, el hacinamiento urbano en el que vive o trabaja gran parte de la población es un polvorín para la expansión del virus COVID-19. Es indispensable la adopción de medidas que garanticen unas condiciones mínimas de salubridad.
El Coronavirus puede contagiar tanto al Primer Ministro británico Boris Johnson como a doña Chonita, pero no nos dejemos engañar, el acceso a la curación no será igual en ningún caso. La pobreza y el acceso a servicios de calidad determinan quien vive y quien muere. Ya sabemos que el sistema de salud pública en Guatemala solo cuenta con 50 respiradores para más de 17 millones de habitantes y que los mil Quetzales no llegaran a todas las personas o familias que más lo necesitan.
Es por ello que las autoridades gubernamentales en esta fase deben priorizar salvar vidas. Guatemala aún está por enfrentar la primera ola de la pandemia. El gobierno debe tomar medidas más solidarias y más humanas, orientadas a proteger a la población. Es posible hacerlo, pero es necesario tener la voluntad política y anteponer a las personas a los intereses económicos de una élite privilegiada. Nuestros derechos a la vida, a la seguridad y a la salud están por encima de la economía y los intereses particulares de un sector de la sociedad. Ya habrá tiempo de la recuperación económica y financiera, empezando por las pequeñas y medianas empresas y la economía informal que son la única fuente de ingresos de la mayoría de familias guatemaltecas. La estabilidad macroeconómica tendrá que ser repensada y acompañada de las tres “D”: Desarrollo, Democracia y Derechos.
Tenemos como única opción cambiar las reglas políticas y económicas de nuestro país para evitar que las consecuencias de la pandemia y futuras crisis sean tan desiguales como lo era ya el sistema antes del coronavirus. Debemos dotar de contenido el lema #JuntosSaldremosAdelante. Es momento de unidad nacional, es momento de que los guatemaltecos y guatemaltecas nos unamos para exigir al gobierno y al presidente que nos traten como lo que somos, personas titulares de derechos. Somos un pueblo fuerte, con una gran capacidad de resiliencia. Sobrevivimos al terremoto del 76, sobrevivimos al Genocidio, sin duda, sobreviviremos a este virus. Prioricemos cuidar nuestras vidas, las de nuestras familias y comunidades, y, seamos capaces de sentar los pilares para construir un país mejor y más justo para las próximas generaciones.